La primera vez que las manos tocan, amasan, acarician una pella de barro se siente la atracción o no. Yo la sentí y ya no puedo abandonar el camino de crear. La necesidad de expresar aquello que oprime mi alma o copiar la Belleza que existe a nuestro alrededor, allá donde nos encontremos, da sentido a mi vida.
El barro “se deja hacer” pero muestra sus límites con lecciones duras. Permite que se le retuerza, que se le comprima pero sólo hasta donde puede soportar. Es un material noble que enseña a tener paciencia y calma. Haciendo cerámica se aprende a esperar y a conocer que cada acción tiene su tiempo. La recompensa puede ser las infinitas posibilidades de expresión que ofrece su plasticidad. El barro es una materia cuya esencia comprende dos elementos: tierra y agua. Los esmaltes combinan agua, tierra y metal. Por último el fuego junto al aire completan la transformación. Todos los elementos de la Naturaleza están presentes en la cerámica y eso se puede llegar a sentir.
La magia que posee la cocción es la que culmina la acción de generar algo concreto y lleno de energía a partir de un material indefinido. El Fuego otorga el aliento y la vida a la pieza u obra que se ha creado con las manos.
Crear mediante la cerámica es un proceso ancestral que dona, al que se entrega a experimentar, la sensación de crear algo que no existía y es único.
Maro
EL TABLÓN 